El cáncer testicular es la patología maligna más común en los varones de entre 20 a 34 años. Recientes publicaciones muestran que la incidencia de cáncer testicular ha aumentado en los últimos 40 años con diferencias sustanciales entre las distintas regiones geográficas, siendo los países industrializados los que muestran un mayor aumento.
Los pacientes con cáncer testicular actualmente tienen una excelente tasa de sobrevida debido a los avances en los tratamientos de quimio y radioterapia. Estos pacientes jóvenes a menudo todavía no son padres, y por lo tanto la fertilidad es ciertamente uno de los puntos que generan preocupación.
Según numerosos estudios se concluyó que la fertilidad disminuye aproximadamente un 30% en los pacientes con cáncer testicular después del tratamiento y que la radioterapia parece tener el efecto más deletéreo.
Desde la medicina reproductiva podemos ofrecer a estos pacientes la posibilidad de preservar su fertilidad. Esto se realiza a través del congelamiento de una o varias muestras de semen antes de comenzar el tratamiento oncológico.
El congelamiento es una técnica sencilla: la muestra se recolecta mediante masturbación, se le añade un crioprotector que permite mantener la viabilidad de los espermatozoides durante el tiempo que permanecen congelados (este tiempo puede ser indefinido) y finalmente el paciente puede disponer de su muestra cuando lo requiera, luego de haber tratado la enfermedad.
No hay dudas que sobrevivir al cáncer es el principal objetivo, pero garantizar la posibilidad de ser padres en un futuro permite encarar esta situación de manera distinta.
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