El sistema inmunológico y el embarazo - In Vitro Buenos Aires

¿Cómo esta compuesto el sistema inmunológico? 

El sistema inmune del organismo está compuesto por una multitud de células, moléculas y mecanismos que protegen al cuerpo de los agentes extraños, como virus, bacterias y otros agentes infecciosos que causan enfermedades. En ocasiones, el sistema inmunitario falla, no puede diferenciar lo propio de lo extraño y actúa contra células del propio cuerpo. Por esto, su función en el embarazo es crucial, ya que la mujer durante 9 meses debe gestar a un “cuerpo extraño”.

Ningún otro órgano sufre tal invasión selectiva de leucocitos, liberación de factores inmunes y mediadores ni semejante remoldeado en un período tan corto, como el útero durante la gestación. De manera que la implantación, el crecimiento fetal y el parto son procesos distintos, y  cada una de estas etapas requiere un entorno inmunológico único. Por lo tanto, un embarazo exitoso depende de la capacidad del sistema inmunológico materno para cambiar y adaptarse a cada etapa específica del desarrollo. 

Se distinguen tres estados inmunológicos en el desarrollo fetal. 

En primera instancia, la implantación:

Es una etapa proinflamatoria, dónde la unión inicial del blastocito al revestimiento epitelial del útero implica degradación activa y reestructuración de la decidua (capa funcional del endometrio que se separa del resto del útero tras el parto). Este proceso parece estar gobernado por las células dendríticas uterinas que regulan la remodelación tisular y el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos, más conocido como angiogénesis. 

El sistema inmune y el embarazo - In Vitro Buenos Aires

La segunda etapa corresponde al crecimiento fetal:

Esta etapa se caracteriza por ser de tipo antiinflamatorio debido a que la madre, la placenta y el feto son simbióticos. De hecho, cualquier señal proinflamatoria en el curso de esta etapa puede provocar un aborto espontáneo, y cualquier agresión resultante, como una infección, puede originar un parto prematuro. Varios tipos de células inmunitarias, incluidos los macrófagos, las células NK deciduales y las células Treg, contribuyen al establecimiento de un microambiente antiinflamatorio en esta etapa del embarazo. Estas últimas, son actores clave en el proceso de reparación de tejidos debido a sus capacidades antiinflamatorias y antiapoptóticas. Durante el embarazo, se observa una expansión sistémica de las células Treg específicas para las “estructuras” de origen paterno. Esto indicaría que su función es proteger aquellas células fetales que expresan genes paternos del rechazo por parte del sistema inmunitario materno. Dentro del útero, hay una población de linfocitos denominados linfocitos T helper 17 (Th17) que también se expande durante el embarazo.  Como generalmente son de naturaleza proinflamatoria, estas células Th17 pueden ayudar a proteger la interfaz materno-fetal de infecciones microbianas, mientras que las células Treg pueden servir para regular la función de las células Th17. En apoyo de esta idea, el número alterado de células Th17 y células Treg en el útero o en la circulación materna se asocian con complicaciones del embarazo, como abortos espontáneos, preeclampsia y parto prematuro.

Completo desarrollo del feto

Una vez que el feto ha completado su desarrollo, se ha demostrado que un cambio a un entorno proinflamatorio es indispensable para el parto, clasificado como tercera etapa de gestación. La entrada de células inmunes al miometrio es crucial para promover la contracción del útero, el parto del bebé y la separación de la placenta. 

Ahora bien, todos estos cambios del sistema inmunitario de la mujer embarazada son necesarios que ocurran  para evitar que su cuerpo rechace al feto. Es decir, que la mamá desarrolla mecanismos de tolerancia para no atacar al embrión que sería un cuerpo extraño dentro suyo. Lo que es importante destacar, es que si este equilibrio inmunológico se interrumpe, podría causar complicaciones

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