Los disruptores endócrinos son sustancias químicas que se encuentran en pequeñas concentraciones en alimentos y productos de uso cotidiano como cosméticos, protectores solares, detergentes, productos de limpieza, productos de higiene personal y plásticos. Forman parte de nuestro estilo de vida.
Se conocen más de 100.000 sustancias químicas en el comercio mundial. Son utilizados en varias industrias: producción de cosméticos y comestibles, industria del plástico y pesticidas, dentro de los cuales se encuentran los herbicidas, fungicidas e insecticidas.
Las vías de ingreso a nuestro organismo son: ingesta de alimentos y agua, absorción a través de la piel, inhalación, transferencia de la madre al feto y la lactancia materna.

¿Dónde podemos encontrarlos?

  • Productos naturales: fitoestrógenos como la soja.
  • Farmacéuticos: dietilbestrol.
  • Fungicidas.
  • Pesticidas organoclorados: bifenilos policlorados (PCBs).
  • Plásticos y componentes industriales: bisfenol A (BPA) presente en plásticos y ftalatos (bolsas, botellas, mamaderas, latas, jabones, esmaltes de uñas, shampoo, papel y juguetes).
  • Metales pesados: aluminio, mercurio, cadmio, plomo y arsénico.
  • Productos cosméticos: contienen ftalatos, fenoles ambientales como tricolsán y parabenos.

Si bien estas sustancias se encuentran en pequeñas concentraciones en estos productos, existe evidencia que tienden a acumularse en y se los asocia a efectos en la salud. Se ha estudiado su efecto en la fertilidad, sobre todo su impacto en la reserva ovárica y en la insuficiencia ovárica primaria. También se los ha asociado a patología de la glándula tiroides, obesidad, pubertad precoz, enfermedades neurodegenerativas y cáncer.

¿Cuáles son las recomendaciones para disminuir su exposición?

  • Priorizar el consumo de frutas y verduras orgánicas. Elegir alimentos frescos y evitar congelados. Antes de su consumo lavarlas exhaustivamente y preferentemente pelarlas.
  • Usar materiales inertes para cocinar como el vidrio, evitar usar antiadherentes como teflón.
  • Usar fibras naturales.
  • Reducir el consumo de alimentos enlatados y ultraprocesados.
  • Leer bien las etiquetas de los cosméticos y productos de limpieza evitando los que contengan parabenos y ftalatos.
  • No calentar alimentos en recipientes fabricados con bisfenol A.
  • Limitar el consumo de pescado azul de gran tamaño.
  • Lavar las manos con frecuencia.

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