Cuando se encuentran el óvulo con el espermatozoide, si éste logra penetrar y luego de varios pasos, ocurre la fecundación. Una vez que el óvulo es fertilizado, comienza un proceso de división de células que da origen a un embrión que empezará teniendo 2 células, luego 4, 8, 10. Luego pasa por un estadio que se llama mórula y finalmente llegará a blastocisto. En una fecundación natural, el embrión llega a blastocisto en el útero, donde va a implantarse 5 días después de que ocurra la fecundación, para dar lugar a un embarazo.
Cuando se realiza un tratamiento de fecundación asistida, en el laboratorio se ponen en contacto los óvulos con los espermatozoides para generar embriones. Los embriones van a permanecer en condiciones muy especiales dentro de unas incubadoras donde se realiza el cultivo de los mismos. Estas condiciones van a ser lo más parecidas posible al ambiente del útero materno.
El embrión puede observarse en el microscopio y se puede evaluar su calidad según estándares generales que tienen en cuenta el número de células según el estadio, el tamaño y forma de las mismas, es decir su morfología.
En general, el embriólogo y el médico toman decisiones respecto a cada caso al llegar al quinto día luego de la fecundación, es decir en el estadio de blastocisto. Se evalúa la calidad del mismo, tanto para ser transferido al útero de la mujer o si va a congelarse para un procedimiento posterior.
Llegado este punto, el médico le transmite a la paciente que tiene un “lindo embrión” para transferir o congelar.
Luego de la transferencia, se esperan dos semanas para conocer el ansiado resultado y a veces llega una noticia no deseada. Pero… ¿Por qué no se logró el embarazo si se transfirió un lindo embrión?
Un “lindo embrión” no implica que todo está perfecto. Como mencionamos antes, al momento de transferir, el embriólogo solo puede hacer una apreciación de la morfología viendo ciertas características.
La clasificación morfológica se hace en el estadio de blastocisto y es como sacarle una foto al embrión en algo que es un proceso. No dice nada respecto al desarrollo anterior a esa foto. Además, tampoco nos habla de la cantidad de cromosomas que tiene el embrión. Por último hay factores genéticos que podrían estar involucrados en el proceso que da lugar a un embarazo que no conocemos y no podemos estudiar por el momento.
De todas maneras, contamos actualmente con algunas metodologías que nos permite acercarnos más a que un lindo embrión nos permita lograr el embarazo tan deseado.
Si quisiéramos saber cómo fueron dividiéndose las células y si lo hicieron correctamente, deberíamos ver una película del embrión a lo largo de su desarrollo. Esto se logra por medio del Time Lapse, que es una camarita dentro de la incubadora que va registrando lo que pasa mientras se cultiva el embrión. Luego se procesan las imágenes para poder tener más información de cómo fue el desarrollo de ese embrión.
Sin embargo, para saber si un embrión es cromosómicamente normal, es necesario hacerle una biopsia. Se le sacan unas pocas células y se analizan sus cromosomas, en un estudio llamado PGT (por sus siglas en inglés de test genético preimplantatorio). Este estudio permitirá saber de antemano si un embrión es normal para elegir transferirlo. La transferencia de embriones genéticamente normales, aumenta las probabilidades de embarazo, ya que muchas fallas de implantación o abortos están dados por embriones con un número anormal de cromosomas. De esta forma, el PGT puede ser de utilidad en casos cuando la edad de la madre sea avanzada (lo que aumenta las probabilidades de errores genéticos), cuando se producen abortos recurrentes o fallas de implantación.
Es importante que consultes con tu médico si el monitoreo por Time Lapse o el PGT puede ser de utilidad en tu caso, para poder encontrar “un lindo embrión” que permita lograr el embarazo.