La fecundación in vitro (FIV) y la inyección intracitoplasmática del espermatozoide (ICSI) son técnicas que utilizan los embriólogos dentro del laboratorio de alta complejidad para la unión del ovocito con el espermatozoide en el contexto de un tratamiento de fecundación in vitro.
¿Cuál tiene mayor probabilidad de éxito?
La probabilidad de embarazo por estos tratamientos depende de varios factores como la edad de la mujer, la causa de la infertilidad, la calidad de los ovocitos, el número de embriones transferidos, la calidad espermática, entre otros. La técnica empleada para la fecundación (FIV o ICSI) se decide en función de las características de cada caso con el fin de lograr los mejores resultados para esa situación en particular.
¿En qué se diferencian estas técnicas?
Durante la primera década de tratamientos de alta complejidad en humanos, se ubicaban en la misma cápsula de medio de cultivo a los ovocitos extraídos de la paciente y a los espermatozoides recuperados de la muestra de semen.
Se provocaba la unión entre ellos al incubarlos juntos en condiciones ambientales adecuadas. Se simulaba el encuentro que podría ocurrir entre los espermatozoides y el ovocito en la trompa de Falopio de la mujer luego de la ovulación. Esta es la forma en la que aún seguimos practicando la FIV.
Para fecundar al ovocito, durante la FIV, el espermatozoide debe atravesar varios obstáculos por lo que debe ser necesario un número apropiado de espermatozoides y de buena movilidad. Se observó que muestras con parámetros seminales anormales según la OMS (espermograma) pueden fallar en la fecundación. Y aun en casos de buen pronóstico, la ausencia de fecundación puede sorprender al día siguiente.
La ICSI surgió en los 90 como alternativa a la FIV y fue clave para mejorar los resultados de los tratamientos en los casos donde las muestras espermáticas eran de pobre calidad. Utilizando un microscopio invertido y herramientas de micromanipulación, el embriólogo selecciona 1 espermatozoide y lo introduce dentro del ovocito.
Luego su uso se extendió a casos sin un factor masculino diagnosticado debido a su alta tasa de fecundación. La técnica de ICSI se adoptó en el mundo entero y año tras año fue aumentando el número de casos de reproducción asistida concretados por esta vía. Sin embargo, no está demostrado que la ICSI mejore los resultados donde las características seminales están dentro de límites normales.
Por lo tanto, la ICSI debería reservarse para:
- casos con muestras espermáticas cuyas características presenten valores por debajo de las referencias de la OMS
- casos con espermatozoides obtenidos por biopsia testicular (TESE) ya que son pocos y con escasa o nula movilidad
- casos con falla previa por FIV (total o parcial)
- casos con ovocitos vitrificados, ya que estos ovocitos no poseen las células de la granulosa fundamentales para la FIV
- algunos casos de PGT requieren que los ovocitos sean fecundados de esta forma
Entonces ¿cómo se toma la decisión?
Los médicos especialistas estudian las características particulares de cada caso y toman la decisión junto con los embriólogos que evalúan los ovocitos y los espermatozoides el día de la punción ovárica.
Ahora que ya sabés las diferencias entre FIV e ICSI y sus aplicaciones se entiende que no hay un tratamiento mejor que otro sino la importancia de utilizar la herramienta adecuada según el caso. La mejor decisión se toma con información, estudios y profesionales capacitados.
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